En los años 80, la clase de Educación Física, también conocida como gimnasia, o la amabas porque eras un portento de los deportes, o la odiabas, porque eras una persona normal. El potro siempre me pareció un aparato diabólico, el plinto, más de lo mismo. Hay quien siempre buscaba una excusa para no tener que enfrentarse a esos instrumentos de tortura…
Aunque lo peor de todo, era la prueba de resistencia o test de Cooper; o dicho de otra manera, ponerse a correr como descosidos. Aún recuerdo el campo de fútbol donde nos obligaban a trotar. No era capaz de aguantar los interminables minutos de carrera continua.
Mi odio por esta disciplina se trasladó a los años de instituto, donde el campo de fútbol fue sustituido por el Polideportivo Municipal. No se me olvidan los escondites que me vi obligada a buscar y las trampas que tuve que hacer para conseguir aprobar la Educación Física. Menos mal que la resistencia solo era parte de la programación de un trimestre de cada curso…
¿Por qué llamaban Educación Física a esta asignatura, si lo que menos hacíamos en ella era aprender?
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