Cuentan que un dentista de origen francés tuvo la idea de utilizar un pequeño teatrillo para atraer a sus clientes, usando para sus representaciones figuras realizadas con figuras de trapo que se ponían en las manos a modo de guante, provocando los dedos el movimiento nervioso de la cabeza y brazos del personaje. El éxito fue tal, que el sacamuelas abandonó el oficio de dentista para dedicarse exclusivamente a la representación de marionetas.
Gracias a su facilidad de uso, con el paso de los años las marionetas de guiñol se convirtieron en un juguete que, además de entretener a pequeños y mayores, resultan ideales para estimular la imaginación de los pequeños.
Lo que me viene a la memoria y me llena de nostalgia de la infancia cuando pienso en las marionetas de guante son las que de pequeños fabricábamos con las cabezas de las muñecas a las que sujetábamos con una goma elástica una especie de saco de tela con unos agujeros a los lados para sacar los dedos. Y luego montábamos un teatrillo con una sábana o manta colgada sobre una cuerda. Y sólo con eso ya teníamos la diversión garantizada durante horas.
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