¡Qué gratos recuerdos nos trae la ropa de los años 70 y 80! Había vestidos de todo tipo: con tablas al bies, de tejido liso, adornados con canesú, volantes y lacitos…
La ropa que llevaban los niños en los años 60 y 70
En los años sesenta y setenta, para estar a la moda, no era necesario ir a unos grandes almacenes a comprarla: había gacetas orientadas a las mujeres dedicadas a punto y costura, llenas de fotografías, dibujos y patrones a fin de que lo hiciesen nuestras madres. Y vaya que se animaban: quedaban tan bien que hasta parecían comprados.
Al ponerse a recordar el pasado resulta curioso revisar las fotografías de nuestra niñez y adolescencia de los setenta de la década de los 70 para poder ver de qué manera estas, con diferente diseño, vuelven a repetirse. Ahí están los jerséis de cuello de cisne, que detestábamos, básicamente, por el picor, los pantalones de campana, o bien la trenca.
De muy pequeños nuestras madres nos vestían sin demasiada complicación. Hasta determinada edad, los pequeños íbamos en pantalón corto con unos con un par de pantalones de cuadros que se llevaron mucho, y las niñas con falta tableada. Y todos con el jersey de lana, hecho habitualmente por madres o abuelas, y la cabeza cubierta con el verdugo, que era también detestablea, porque de la misma manera que con el suéter de cuello alto, picaba mucho.
Después, los jerséis cambiaron el cuello alto por el modelo de pico. Y conforme íbamos llegando a la edad del pavo, empezaba a hacer su aparición el negocio de las marcas: anhelábamos sobre todas las cosas tener unos pantalones Lee, hasta el momento en que llegaron los Levi´s, que eran los más deseados.
La ropa comenzó a convertirse en un rasgo definidor de personalidades juveniles, y en elemento diferenciador y también identificativo de un fenómeno social, el de las tribus urbanas. Fenómeno que alcanzaría su auge en los años ochenta.
La moda de los años 80 en España
La moda de los años 80… ¿Te acuerdas de aquel vaquero que rompiste y deshilachaste hilo a hilo como una descosida para sacarle flecos? ¿Y de esa foto de fotomatón que demuestra que tu cardado fue el culpable del agujero de la capa de ozono? La guardas en ese cajón con doble fondo de tu armario. No te avergüences… o sí. Bueno, piensa que podía haber sido peor. Piensa que aquellas modas podrían haber vuelto… Da escalofríos, ¿verdad?
Hoy no se nos ocurriría cargar al hombro por la calle con el «loro» de doble pletina, dos bafles y subwoofer para quedar con la peña en el parque, o ponernos las mismas camisas que llevaban Los Manolos cantando en Barcelona 92 aquel inolvidable Amigos para siempre.
Y tampoco humillaríamos a nuestro hijo disfrazándole con unos «rockys», aquellos conjuntos de pantalón corto con forro de rejilla y camiseta de tirantes de licra brillante de colores flúor, ahora tan de moda. Pero si algo hemos jurado en esta vida es nunca, jamás, volver a llevar hombreras.
Lamento recordarte que dijimos lo mismo de los pitillo. Asúmelo. Algún día, tal vez no ahora, tal vez ni hoy ni mañana, pero más tarde… o más temprano, las hombreras volverán.
La moda de las tribus urbanas de los años 80
Con los ochenta fueron apareciendo géneros de tribus urbanas, unidas a las diferentes corrientes musicales del momento: punk, mod, rocker, “nuevo romántico”, “siniestro”, heavy metal, etcétera.
En las urbes de España había un poco de todo. Y era más un disfraz que otra cosa, mas en aquellos años uno se definía estéticamente. Las ciudades estaban parceladas: cada tribu dominaba o bien tenía mayor presencia en diferentes zonas y distritos. Y hubo una temporada de rivalidades entre grupos, en la que se armaban riñas y alborotos entre bandas.
¿Qué tenía de genuino, de contractual e inconformista en todo aquello?
Los punkies, a los que apenas se ve ahora, fueron una de las imágenes más frecuentes de aquellos años. Imagen de negro, pelos pintados de verde, colorado o rosa; tachuelas, imperdibles, y botas militares. Botas que entonces se adquirían con facilidad, puesto que como aún se hacía la mili, existía un negocio de prendas militares de segunda mano muy extendido.
Los mods iban vestidos con sus capas verdes. En la capital de España era muy usual hallar puestos del rastro especializados en esta clase de prendas. Importados nos llegaron asimismo los primeros zapatos conocidos como boggies, que eran unos zapatones de suela de goma.
El panorama se completaba con los rockers, con su ineludible chupa de cuero y tupé de 2 pisos, y los siniestros, vestidos todo de negro, con prendas amplias y grandes abrigos negros, en contraste con el semblante muy blanco, a ser posible con ojeras. El nuevo romántico, era una especie urbana que vestía chaqueta cruzada, tipo librea, con botones dorados, pantalones de pinzas y el pelo con reflejos rubios, dejado caer por la cara tipo flequillo.
Los heavy metal llevaban pelos largos, cazadoras vaqueras con tachuelas y dibujos alegóricos de su música, camisetas de sus conjuntos preferidos y pantalones pitillo. Fue el colectivo donde empezaron a ser tendencia los tatuajes. Entonces, ponerse uno no era moda ni estaba bien visto…
Todos estos retratos, que ahora nos pueden parecer imágenes tópicas y estereotipadas, entonces fueron una absoluta novedad que se integraba en el paisaje urbano de muchas ciudades españolas.