El capricho ideal para un niño de los años 80: un reloj aparentemente normal, que se separaba de la correa accionando un botón y con 4 movimientos se convertía en un robot de lo más molón que daba la hora.
La serie de dibujos animados de Los Transformers estaba de moda, y tener uno de estos relojes era lo mejor que un chaval de la EGB podía llevar en la muñeca, aunque su calidad dejase mucho que desear. No era de la marca Casio, no tenía melodías, ni era un reloj calculadora… Todo eso daba igual. Todos los niños querían tener uno. Este robot era mucho mejor que de la caja de los Walkie talkies infantiles Combat Comunicators. ¿Has sentido un ataque de nostalgia al recordarlo?
Los relojes Transformer venían de China y se vendía en los bazares, que a mediados de los ochenta se conocían como “Decomisos“. Lo malo es que semejante armatoste debía pesar una barbaridad en la muñeca de un niño, y además siempre acababa con alguna parte de su cuerpo desprendida del resto.
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